Las cosas de LOU |
Pues mi tía Lucía, hermana menor de mi madre, tenía un canario precioso. El pajarito vivía en una terraza-lavadero que había en la cocina con caldera de gas, estanterías, la canasta de la ropa sucia, el tendedero y la lavadora. Pues entre la caldera y la lavadora estaba colgado el canario en su jaulita y vivía feliz y tranquilo, no cantaba casi nada pero daba saltitos felices, Mi tía, cada vez que ponía la lavadora, casi todos los días, le daba agua y comida y le saneaba un poco la jaula. Realmente toda la familia menos ella que era la usuaria de la lavadora, terminaron por olvidarse del canarito tranquilo.
Un mal día tía Lucía vió que el canario no comía, los saltitos felices al verla llegar terminaron y el pajarito estaba hinchado como bolita de plumas..., pero lo más extraño de todo era que le faltaba una pata. En el palito solo tenía una patita, la dueña miró asombrada por entre el plumaje, lo acarició a ver si reaccionaba, pero nada, seguía hinchado y apoyado en una sola pata, así que extrañada, lavó su colada y se olvidó. A los dos días el animal seguía igual, no comía casi nada solo bebía un poco de agua y volvía a hincharse en su plumaje con una sola pata. Al poco, la cabeza del pajarito se escondía tanto que solo se podían ver sus ojos tristes y medio cerrados. Ese día, después de cargar la ropa y poner el detergente pertinente, mi tía salió a la calle a hacer unas compras, pero ya verdaderamente preocupada. A nadie le había dicho nada porque nadie se acordaba que en la casa vivía con todos un jilguero cantor que no cantaba, pero la pobre la procesión la llevaba por dentro.
Mi tía Lucía salió de su peluquería habitual y en la cabeza, además de las mechas recién puestas, tenía la imagen triste del canarito malito. De pronto, en un edificio de los de siempre, un edificio conocido, vio un letrero grande y bien dispuesto, CLINICA VETERINARIA, hizo sus compras, fue al zapatero y a la mercería, pero el letrero salvador se le había metido en el sentido y no se lo podía quitar.
Al llegar a casa, organizó todo y fue a ver al pajarito. El seguía en su terraza-lavadero hinchado, con una sola pata y ya no se le veían ni los ojos, era un bola emplumada que latía al ritmo incierto de su corazoncito. No puedo más, cogió la jaula, bajó al garaje y se fue buscando el letrero salvador:
CLINICA VETERINARIA, entró, la portería éra fantástica, en el primer piso estaba la nueva consulta para los animales. La puerta estaba entreabierta, ella la empujó tímidamente, con la inseguridad de quién no sabe donde la llevará ése camino que acababa de emprender. Hilo musical y un piso decorado con lujo la recibieron, asustada, miró al pajarito bolita de pluma con una sola patita y se dió cuenta que el corazón le latía más rápido. Cuando fue a dar la media vuelta para marcharse, la saludó tocándole el hombro una enfermera perfectamente vestida de blanco y azul y espectacularmente guapa: Pase pase señora, le dijo con una simpatía bellísima y un poco descarada que a mi tía la cohibió todavía más. Vamos a ver, siéntese, le voy a tomar los datos, mi tía obedeció.
Nombre por favor, dijo la despanpanante enfermera. Lucía Lopez, dijo mi tía. No, no, el suyo no señora, el del animal, le contestó la guapa y condescendiente empleada, aaaaah, pues mi pajarito se llamaaaaa....¿si? espetó la guapa, pues se llama "mi pajarito", bien, apuntó el nombre en su correspondiente apartado, ¿edad?, mi tía vaciló...¿la del pajarito?, claroooo, pues tendrá....diez años, dijo mi tía sin tener ni idea..¿alguna enfermedad?, ya tita no se atrevió a preguntar quien.....No ninguna, solo ha caído malito ahora, la guapa no dejaba de escribir un historial de muchas letras.
Muy bien señora, pase a la sala de espera. Un salón de sillones de cuero con láminas de animales fabulosos, en uno de los sillones estaba sentado un chico con un doberman negro espectacuular. Mi tía se sentó en el borde del sillón con la jaula en las piernas y la bolita de plumas latiendo cada vez más aceleradamentre. El doberman era un animal bellísimo pero imponía, se acercó a la jaula curioso, mi tía se retiró, no hace nada, no se preocupe, le dijo el muchacho, ya, contestó ella, pero mi pajarito se asusta.....No daba crédito a lo que le estaba pasando.
Se levantó otra vez dispuesta a marcharse cuando se abrió una puerta al fondo del salón y apareció la guapa enfermera llamándola para que pasara. Tía Lucía, no pensaba en nada, pero apretaba su jaula contra el pecho con instinto de madre. El despacho era de estantería de maderas nobles, mesa preciosa con tintero antiguo y bellísimo, pero lo más bello de todo, lo más espectacular dentro de un mundo de tanta belleza, era el mismo veterinario.
Unos cuarenta años, moreno de piel, pelo peinado hacia atrás bata blanca que dejaba ver camisa y corbata impecables. No la miró cuando se sentó agarrada a su jaula, dijo: Así que aquí tenemos a "mi pajarito", de unos diez años no?, ssii, respondió mi tía embelesada, bien, dijo el guapo mirándola y echándose hacia atrás en su asiento, ¿que le pasa al animal?. Mi tía le contó todo el proceso, incluso le describió con todo lujo de detalles su terraza-lavadero. El veterinario extraordinario, la cortó en un momento dado, tocó un timbre y apareció la guapa enfermera. Bien dijo el hombre, vamos a dejar al animal 24 horas en observación, señorita Laura...., la Srta. Laura cogió la jaula que mi tía apretaba, abrió una especie de cuarto de baño y la colgó de una puntilla o alcayata.
El hombre se puso de pié, era alto, como no.., le dio la mano y la guapa Laura la acompañó hasta la puerta. Cuando tía Lucía se vió en la calle, respiró tranquila, parecía que volvía a lo de siempre, pero no, había dejado allí al pajarito. No pudo resistirse y llamó a su marido a la oficina. Mi tío Jaime, ya jubilado, era director de una sucursal bancaria, siempre muy ocupado en sus negocios y en su trabajo....Jaimeeee, si?, Jaimeeee, dime Lucía, respondió mi tío desde su oficina (eran los primeros y enormes moviles), mira que al pajarito lo han dejado en observación 24 horas...¿que?, ¿quién está en observación?.., el pajarito, respondió mi tía temblorosa, ¿que pajarito, coño?, dijo su marido rodeado de papeles bancarios, nuestro pajarito Jaime... ¿pero, nosotros tenemos pajarito?,.. si, el de la terraza-lavadero, Lucía ¿y los niñosss?, en el colegio, todo bien es el pajarito, bueno luego hablamos...mecag.........adiós.
A las 24 horas volvió tía Lucía a la consulta del guapo veterinario, todo fue muy rápido, la señorita Laura y su descaro insinuante, el despacho precioso, y su pajarito hecho una bolita más inflada y con una sola pata. Bueno, se lo puede llevar, dijo el guapo doctor, ¿y porqué tiene una sola pata?, preguntó mi tía, no tiene una pata tiene dossss, ¿y donde está la otra?, entre el plumaje señora, que usted no la vea no quiere decir que no la tenga ¿verdad?, si, respondió mi tía, pero entonces que tiene el pajarito. El guapo se puso derecho en su sillón y le dijo, pues tiene depresión y gota.
¿Depresión?, preguntó ella, si siempre ha estado muy contento, bueno pero los animales se deprimen señora, igual que nosotros ¿sabe?, sisi, dijo mi tía, eso puede ser, ¿pero la gota?, si el solo como alpiste y del bueno con vitaminas que se lo compro yo. Muy bien señora, lo deja unos días sin comer, como solo bebe le echa en el agua éstas gotas vitaminadas y veremos como va todo, dentro de 15 días nos vemos eh?. Muy bien..
La señorita Laura la llevó a su mesa, le cobró 30 euros de los recién estrenados euros, mi tía se fue desolada, el pajarito le había costado unas 2000 pesetas de las de entonces, siguió el tratamiento del veterinario y a los dos días el animal expiró porque tenía que expirar, simplemente le había llegado su hora. Mi tía lo cogió lo envolvió cuidadosamente y lo enterró sin que la viera nadie, al caer la tarde, en un arriate del jardín de la comunidad. Subió muy satisfecha a su casa, había hecho todo lo posible por un animal que la había acompañado más de 10 años en todas las coladas de la casa....FIN-.
Por estos buenos momentos, gracias LOU
Vi&Be
Vi&Be
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